domingo, noviembre 15

sigamos jugando

El tiempo pasa aunque mantenés el contacto. Sentis como eso va causando estragos pero no te importa tanto (o al menos eso creés). Por esas casualidades, siempre hay un H o B que te lleva a cruzarte nuevamente por sus pagos, para ver su cara, escuchar su voz, ver si risa ... una vez más (cuando ya dabas por sentado que la magia se había ido un poquito al carajo).
Las cosas vienen sucediendo de una forma, difícil de descifrar porque es bastante ambigua. No podés ver con claridad las curvas o las rectas, sólo ves o mejor dicho, presentís que hay algo a lo lejos, desdibujado pero que está. Te dejás llevar por esa excusa pasajera (H) y te prestás al juego. Repentinamente, ves como se empieza a mover la ficha que te sirve para tantear el territorio (y sabés que de pronto, es mutua la jugada). Te das cuenta, que entre lo que ves y lo que resulta de tu movimiento, se esconde algo pero no sea cosa que imagines una cosa para luego, caer en la cuenta que te cabeza maquinó por demás al pedo.
Tu percepción sobre que hay algo más que se mueve en el aire, se va afirmando a medida que todo transcurre pero no te sirve de certeza. Sólo te queda dejar que todo siga sucediendo porque más fichas no podés mover.
Pero claro, si sos caprichosa y querés que las cosas tengan un curso o desemboquen de tal forma (que vos tenés bien nítida en tu cabeza) y vas a poner en juego la última de las fichas, para que se te de como se te canta el asunto.
De hecho, la ponés en juego, y no hay vuelta atrás. Sabés que querés tener al menos una certeza, bueno listo, que sea la tuya.
La idea de habertela "jugado" te sigue dando vueltas en la cabeza, pero no sea cosa que se te cague la noche, seguís la gira.
cuando realemente creías que las cosas iban a tener una desembocadura ciertamente esperable, te cae una gota del cielo y vos te quedás pensando. Te ponés en la rueda otra vez, se activan de nuevo las fichas (y la juegada se viene diferente).
El juego cobra sentido otra vez pero no hay coherencia con la estrategia y las movidas. Te desconcierta. Se te acaba la paciencia, y te decidís a sacar la carta magna que te define el final de juego. La llevás a cabo, la acompañás con tu mejor estrategia, la sinceridad sin lugar a dudas, y todo lo demás ya no te importa.
De repente, el juego se convierte en carne, en palabras con doble impacto, en confesiones qu te sacan de la posicion que mantenías y ahora quedan sólo vos, tus palabras y su persona. En un instante, ves como todo cambió, como el juego se invirtió y te encontrás mezclada entre estrategias, jugadas y sentimientos escondidos que te quitan la frialdad del asunto. sólo buscás la soga que te haga creer que todavía hay algo que los une, que la magia no se dispó y podés salir a flote.
Se acaban las palabras, se pasa a los hechos. Pateás el tablero, y te etregás a lo que sentís. Decidís ser sincera con vos misma, y descubrir que carajo te pasa.
Y cuando menos lo esperás, te cae una ficha un poco extraña bien gratuita del cielo, y lo único en que pensas, es en quien tenés ahi tirado al lado tuyo y lo que eso te genera y detona adentro. No podés creer que de alguna manera, pensamientos como esos, fueron cayendo hasta que apoyaste los pies en la cornisa. Listo, ya estoy jugada (vos conocés tus certezas pero del otro lado tenés sólo incertidumbres).
El vértigo, el peligro te atraen... pero no podés evitar querer algo seguro que garantice que, aunque andes sobre sogas tratando de hacer equilibro, la que se ocupe de salvarte si te llegás a caer, está bien agarrada.
La cuestión aca es: salimos de la fase de tanteo dispuestos a ponerle fuego al asunto, y justo ahora, nos vamos a olvidar de jugar con las fichas más interesantes?

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